lunes, diciembre 31, 2007

MI PRIMER ARTICULO SOBRE PASEO CARIBE


Ciudadanos denuncian desastres de planificación


Carmelo Ruiz Marrero
Semanario CLARIDAD
Puerto Rico, 28 de febrero 2003

Al escuchar las denuncias de grupos de ciudadanos y
ambientalistas en contra de los megaproyectos de
construcción uno no puede evitar concluir que aquí un
huracán no haría una diferencia, pues con los
desastres de planificación que se dan en este país ya
tenemos suficientes destrozos. A continuación
reseñamos algunos proyectos que llegaron a nuestra
atención, en Puerta de Tierra y en las costas de
Luquillo y Fajardo.

Millenium parte dos

Como si no fuera suficiente el condominio Millenium,
cuya construcción, planificación y diseño estuvieron
plagados de irregularidades, ahora se construye en la
entrada a Puerta de Tierra el proyecto Paseo Caribe.
Se trata de nada menos que un rascacielos de 23 pisos
(Millenium tiene 16) que tendrá: un casino para el
Caribe Hilton, 1,759 espacios de estacionamiento (el
Hilton tiene alrededor de 400), un centro comercial
con 40 a 50 locales, siete salas de cine, y unidades
residenciales con un valor que rondará en los cientos
de miles de dólares. Todo esto en... ¡5.6 cuerdas!

La aprobación de este proyecto está infestada de
irregularidades que soslayan los propios reglamentos
del gobierno, las leyes ambientales y de planificación
y hasta la Constitución, según la Asociación de
Residentes del Condominio San Luis.

"Mediante artimañas y medias verdades los proponentes
de este proyecto lograron que la Junta de
Planificación (JP) ignorara en su totalidad el
reglamento de planificación vigente para este sector y
muchísimas otras leyes y reglamentos", dijo la
arquitecto Carmen Mascaró, portavoz de la Asociación.
Mascaró se refiere al Reglamento #23 de Zonificación
Especial para la Entrada de la Isleta de San Juan. La
Asociación denuncia que la JP enmendó el Reglamento
#23 con el solo propósito de maximizar la ganancia del
desarrollador de Paseo Caribe.

Plantean que se violaron las disposiciones del
Reglamento #23 relacionados con usos permitidos,
altura máxima, densidad máxima, servidumbres de paso,
ventanaje, área de solar, área de ocupación máxima,
área bruta de construcción y acceso al Fortín San
Gerónimo.

Para enmendar el reglamento hacía falta seguir los
procedimientos administrativos que requiere el
Artículo 14 de la Ley Orgánica de la JP, que incluyen
la firma de la gobernadora, la aprobación de la
Legislatura y vistas públicas. No se cumplió con
ninguno de estos requerimientos. Al aprobar la
construcción de estructuras con frente horizontal
paralelo al mar, como es el caso con Paseo Caribe, la
JP violó la Ley de Puertos y los reglamentos de
planificación 4 y 17.

No hay declaración de impacto ambiental (DIA) para
este proyecto, sostiene la Asociación, en cuyo caso se
está violando la Ley de Política Pública Ambiental y
la Constitución. "Al no prepararse una DIA no se
consideraron los impactos por la congestión vehicular
de más de 1,759 automóviles, la ocupación ilegal de
terrenos de dominio público, el impacto negativo a los
recursos históricos, culturales y estéticos, los
impactos acumulativos por la alta densidad del
proyecto, violaciones a la zonificación del área,
daños a la propiedad y la salud, daños a la calidad de
vida y el incremento en las inundaciones de aguas
pluviales a causa del pobre drenaje de la
infraestructura actual", declara la agrupación en un
comunicado de prensa.

También se señala un problema de privatización ilegal,
ya que el gobierno vendió a una compañía privada
terrenos ganados al mar que se supone sean de dominio
público. Dice el artículo 254 del Código Civil que el
mar y sus riberas son bienes comunes que no le
pertenecen a nadie y el público tiene derecho a su
libre uso.

Y encima de todo esto, también hay daños al patrimonio
histórico y cultural, pues en el lugar de construcción
se descubrieron ruinas de la primera línea de defensa
del islote de San Juan construida por los españoles,
que el Departamento Federal del Interior tenía
listadas como candidatas al Registro Nacional de
Lugares Históricos.

"Con razón el proyecto Paseo Caribe va a todo tren,
para ver si así le pasan gato por liebre al gobierno
como ocurrió con Millenium Plaza", declararon los
residentes del Condominio San Luis. "A través de todo
este proceso se han violado todos los derechos de los
colindantes y del pueblo de Puerto Rico."

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Eco-Economy Indicator -- SOLAR ENERGY

December 27, 2007

Eco-Economy Indicators are twelve trends that the Earth Policy Institute tracks to measure progress in building an eco-economy. Using energy from the sun is a key component of the Plan B renewable energy economy.

SOLAR CELL PRODUCTION JUMPS 50 PERCENT IN 2007

Jonathan G. Dorn

Production of photovoltaics (PV) jumped to 3,800 megawatts worldwide in 2007, up an estimated 50 percent over 2006. At the end of the year, according to preliminary data, cumulative global production stood at 12,400 megawatts, enough to power 2.4 million U.S. homes. Growing by an impressive average of 48 percent each year since 2002, PV production has been doubling every two years, making it the world’s fastest-growing energy source...

For entire text see http://www.earthpolicy.org/Indicators/Solar/2007.htm
For data see http://www.earthpolicy.org/Indicators/Solar/2007_data.htm

For an index of Earth Policy Institute resources related to Solar and other Renewable Energy see http://www.earthpolicy.org/Indicators/Solar/index.htm

And for more information on moving rapidly to renewable energy, see the brand new book by Lester Brown, Plan B 3.0: Mobilizing to Save Civilization. Information at http://www.earthpolicy.org/Books/PB3/index.htm

Media Contact:
Reah Janise Kauffman
Earth Policy Institute
1350 Connecticut Ave NW, Suite 403
Washington, DC 20036


Phone: (202) 496-9290 x 12
Fax: (202) 496-9325
E-mail: rjk (at) earthpolicy.org
Web: www.earthpolicy.org

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Latin America: The Downside of the GM Revolution
By Carmelo Ruiz-Marrero
An overall look at genetically modified crops in Latin America that takes us on a tour of the current situation in several countries, and what the GM industry and people's movements are doing to deal with these advances.

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viernes, diciembre 28, 2007

Revista Biodiversidad, sustento y culturas -

Octubre de 2007 (No 54)


Hemos destinado este número de Biodiversidad íntegramente a discutir los muchos impactos que la producción agroindustrial de combustibles tendrá sobre la tierra y todos sus habitantes. Lo que es posible prever, como se discute en los distintos artículos, es el alza de los precios de los alimentos, la expansión acelerada e incontrolada de cultivos y plantaciones transgénicas, la contaminación masiva de territorios con agrotóxicos, el uso de nanotecnologías en la agricultura, el control cada vez más profundo y monopólico de la alimentación por parte de unas pocas transnacionales, el control y apropiación de más territorios indígenas y campesinos por parte de los mismos conglomerados, y por parte de los grandes terratenientes regionales que ahora se globalizan; la expulsión desde el campo, la escasez y contaminación crecientes del agua y la expansión a gran escala de los procesos de destrucción de los ecosistemas que juegan un papel central en el ciclo de carbono del planeta

Todo ello, sin remediar, ni superficialmente ni de fondo, los procesos de cambio climático y calentamiento global: éstos no sólo no mejoran sino que empeoran y pueden tornarse irreversibles. Los combustibles agroindustriales son un negocio. Un negocio ilegítimo que aprovecha la crisis para hacer más dinero.

Revista Biodiversidad, sustento y culturas - Octubre de 2007 (No 54)

Esta Revista Biodiversidad también ha sido traducida al portugués

y también fue impreso un número especial para España que incluye artículos adicionales

Contenido:

¡PAREMOS LA FIEBRE DE LOS AGROCOMBUSTIBLES! Por GRAIN
Para resolver el problema del cambio climático no necesitamos plantaciones de agrocombustibles que produzcan energía combustible. En cambio, necesitamos dar un giro de 180 grados en el sistema industrial de alimentos. Requerimos políticas y estrategias para reducir el consumo de energía e impedir el derroche. Tales políticas y estrategias ya existen; se lucha por ellas. En la agricultura y la producción de alimentos eso significa orientar la producción a los mercados locales en lugar de los mercados internacionales; significa adoptar estrategias para mantener a la gente en la tierra, en vez de expulsarla; significa apoyar enfoques sostenidos y sustentables para regresarle la diversidad biológica a la agricultura; significa diversificar los sistemas de producción agrícola, utilizando y expandiendo los saberes locales; significa poner a las comunidades locales nuevamente al frente del desarrollo rural.

EL PODER CORPORATIVO: LOS AGROCOMBUSTIBLES Y LA EXPANSIÓN DE LAS AGROINDUSTRIAS por GRAIN
En los últimos años, el interés de las empresas por los agrocombustibles ha pasado de un trote suave a una estampida a toda velocidad. Para los grupos empresariales y los políticos, los agrocombustibles ciertamente son una de las formas de energía "renovable" más potables porque encajan fácilmente en la economía imperante basada en el petróleo. Pero también ofrecen oportunidades de lucro que los promotores del nuevo esquema de los negocios "ecológicos" captaron muy rápido. Cuantiosas cantidades de dinero se vuelcan ahora en todo el mundo a proyectos de agrocombustibles -- con consecuencias trascendentes.

EL ESLABÓN DE LA SOJA EN SUDAMÉRICA por GRAIN
Junto a la rápida expansión de la producción del etanol fabricado a partir de la caña de azúcar, Sudamérica está empezando a desempeñar un papel clave como productor de biodiésel. La material prima principal es la soja [la soya], y para los cultivadores y las grandes empresas multinacionales de granos que estaban acosados por problemas de sobreproducción, este nuevo nicho de mercado es un regalo del cielo. Les da el pretexto perfecto para seguir apropiándose del continente.

NUEVA USURPACION EN ÁFRICA por GRAIN
Empresas y países ávidos de energía vuelcan dinero en estos cultivos avivando una fiebre por tierra que remite a la inicial expansión colonialista europea a la que hoy se suman las élites gobernantes y empresariales africanas.

MALASIA E INDONESIA: ¿UNA DEVASTACIÓN IRREVERSIBLE? por GRAIN
En ninguna otra región del mundo es tan descarada, absurda y frenética la carrera en pos de agrocombustibles como en Indonesia y Malasia. Lejos de contribuir a mitigar el cambio climático, la situación deriva a un gran incremento de las emisiones mundiales de carbono. Es muy grave el redoblado control de grandes superficies de tierra en manos de grupos industriales que se cuentan entre los más despiadados del mundo en términos de destrucción ambiental, condiciones laborales y violaciones de los derechos humanos.

COMBUSTIBLES "ECOLÓGICOS" - LAS CRISIS PROPICIAN LOS NEGOCIOS por Silvia Ribeiro El 2 de mayo de 2007, redes-Amigos de la Tierra Uruguay y la Red Temática de Medio Ambiente de la Universidad de la República (Retema) realizaron en Montevideo la conferencia Biocombustibles, transgénicos y biotecnología. La nueva geopolítica de los recursos naturales. Los textos de Silvia Ribeiro y Andrés Barreda que presentamos, son sus reflexiones en ese evento.

PALMA ACEITERA EN COLOMBIA - ¿PARAMILATARISMO SUSTENTABLE? por Octavio Rosas Landa

LOS AGROCOMBUSTIBLES NO RESUELVEN NADA - EU ES ADICTO AL PETRÓLEO por Andrés Barreda

AGROCOMBUSTIBLES: SÍNTOMAS DE UNA PRÓXIMA COMBUSTIÓN GLOBALIZADA por Biodiversidad
El siguiente es un mosaico con fragmentos de textos de muchas personas y colectivos que están pensando qué hacer ante la amenaza y el mito de los combustibles agroindustriales. Esperamos que estas reflexiones nos muestren los peligros y tal vez algunas salidas a esta nueva escalada de agresión de las empresas y sus gobiernos en todos los países.

ATAQUES, POLÍTICAS, RESISTENCIA, RELATOS por Biodiversidad

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jueves, diciembre 27, 2007

http://www.elnuevodia.com/diario/noticia/revistas/revistas/no_hay_soya_pa_tanta_gente/320136

No hay soya pa’ tanta gente

Si Estados Unidos dedicara sus cosechas enteras de maíz y soya a hacer combustible, se cubriría menos de una octava parte de su demanda de petróleo y apenas 6 por ciento de su uso de diesel.

Por Carmelo Ruiz Marrero

Un fantasma recorre el mundo, el fantasma de los agrocombustibles. Tal parece que todo el mundo está a favor de ellos: las Naciones Unidas, políticos estadounidenses desde George Bush hasta Al Gore, la Unión Europea, la mayoría de los gobiernos suramericanos y africanos, y una gran cantidad de grupos ambientalistas. La concertación de intereses empresariales alrededor de los agrocombustibles es formidable: comerciantes de grano (Cargill, ConAgra), fabricantes de carros, compañías de biotecnología (Monsanto, Syngenta), gigantes petroleros (BP, Shell, Exxon) e inversionistas célebres como Bill Gates, George Soros y Richard Branson, todos invirtiendo miles de millones de dólares en este nuevo negocio.

Suena muy bien la idea de usar para nuestros carros combustibles derivados de plantas en vez de petróleo. Pero, ¿cuadran los números? ¿Se pueden dedicar suficientes terrenos agrícolas a agrocombustibles para satisfacer la demanda mundial sin deforestar y comprometer la alimentación? Eso está en controversia.

Según GRAIN, una organización internacional que aboga por el uso sustentable de la biodiversidad, si Estados Unidos dedicara sus cosechas enteras de maíz y soya a hacer combustible, se cubriría menos de una octava parte de su demanda de petróleo y apenas 6 por ciento de su uso de diesel. En Europa la situación no es distinta. En su libro ‘Heat: How to Stop the Planet from Burning’, el investigador inglés George Monbiot calcula que operar todos los carros y autobuses del Reino Unido con biodiesel requeriría 25.9 millones de hectáreas de cultivo, cuando Inglaterra no tiene más que 5.7 millones de hectáreas de tierras cultivables.

¿Reducir nuestro consumo energético entonces? Tal opción no está en el tapete. 2006 International Energy Outlook, un documento oficial del Gobierno de Estados Unidos, pronostica que el consumo mundial de energía subirá 71% entre 2003 y 2030, y que para ese año las energías renovables (incluyendo agrocombustibles) sólo suplirán el 9% de la demanda.

Es necesario el debate

“Hay que tener un gran debate con toda la sociedad y enfrentar el problema en varios niveles. El primer y más importante nivel es que tenemos que cambiar la matriz de transporte. Sustituir los autos individuales que consumen mucha gasolina y alcohol por transporte colectivo que utilice gas, energía eléctrica y otras formas menos contaminantes. Segundo, ir cambiando las fuentes de la matriz energética de toda la sociedad, estimulando todo tipo de alternativas, de menor escala, como pequeñas y medianas hidroeléctricas, que causan menor impacto en el ambiente, energía del agro, eólica y otras. Tercero, tenemos que concebir la soberanía energética. Que cada pueblo y municipio busquen sus propias soluciones locales, y no depender de energía transportada de otras localidades”.

- João Pedro Stédile, portavoz del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, en entrevista con Carlos Vicente.


¿Qué son los agrocombustibles?

Los agrocombustibles, también conocidos como biocombustibles, son combustibles para automóviles derivados de plantas. Ya que no son derivados de fuentes fósiles subterráneas, como carbón o petróleo, se entiende que su uso puede ayudar a mitigar el calentamiento global. Las emisiones de vehículos de motor son responsables de 14% del cambio climático.

Hay dos tipos de agrocombustibles: etanol y biodiesel.

El etanol se puede obtener de caña de azúcar, melaza, sorgo dulce y granos, como maíz, trigo y cebada; al igual que mediante la hidrólisis de madera y residuos agrícolas. Este último método no ha sido perfeccionado aún. El etanol puede reemplazar la gasolina, pero para eso se requieren motores especialmente adaptados. Lo que se hace más frecuentemente es mezclarlo con gasolina.

El biodiesel se deriva de aceites vegetales de plantas como palma aceitera, canola y soya, al igual que de grasas animales. Se puede usar puro en un motor diesel sin necesidad de modificaciones.

Fuente: GRAIN

Los promotores de los agrocombustibles saben todo esto muy bien. Por eso están mirando a los países pobres de las latitudes bajas, llámelos Tercer Mundo o Sur global. El Gobierno de la India tiene planes de sembrar 14 millones de hectáreas de agrocombustible. Malasia produce actualmente 45% del aceite de palma del mundo en 4.17 millones de hectáreas, mientras que Indonesia piensa aumentar su producción de palma aceitera a 26 millones de hectáreas para 2025. Y los africanos que se preparen, porque los mayores jugadores de este negocio desean apropiarse de 379 millones de hectáreas en 15 países de África. Pero Brasil, oh Brasil, es el campeón mundial de los agrocombustibles.

En Brasil, que está atrayendo más inversión en agrocombustibles que cualquier otro país, la mayoría de los carros ya corren con etanol de caña. El país produce 62% del azúcar de caña comerciada internacionalmente y, además, tiene 21% de sus tierras agrícolas sembradas con soya (casi 20 millones de hectáreas).

“Treinta años de investigación e innovación han hecho que mi país sea autosuficiente en petróleo, al reemplazar 40% de nuestro consumo de gasolina con etanol”, proclama entusiasmado Luiz Inacio ‘Lula’ da Silva, presidente de Brasil. “Motores de ‘combustible flexible’, que usan una combinación de biocombustibles, han transformado el etanol en un recurso energético seguro y confiable... El etanol hecho de caña de azúcar no deja residuos, es reciclado y los desechos de su producción se usan para enriquecer la tierra. Igualmente importante, la caña de azúcar toma carbono de la atmósfera, lo que ayuda a reducir los gases de efecto invernadero”, dice Lula.

Brasil está pensando en grande. Ha logrado acuerdos en materia de etanol con países africanos como Senegal, Benin, Sudáfrica y Nigeria, y asiáticos como Japón, China y la India. Y hace poco Lula fue de gira por varios países africanos, incluyendo el Congo y Angola para, entre otras razones, exhortarlos a que se unan a la “revolución de los biocombustibles”.

El factor geopolítico

Lejos de ser rivales, Estados Unidos y Brasil son socios en materia de agrocombustibles. Ambos países juntos producen 70% del etanol del mundo y trabajan juntos para mantener su supremacía en este sector. El pasado mes de marzo el presidente Bush viajó a Suramérica en lo que se apodó la “gira del etanol”, porque su principal propósito fue firmar un acuerdo con Lula en torno a esta sustancia.

El etanol es componente importante de los ambiciosos designios del Gobierno brasileño. Entre otras metas, Brasil aspira a entrar al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y podría recibir para esto el apoyo de Bush. Con más poder dentro de la ONU, Brasil podrá ejercer una influencia decisiva en cualquier negociación relacionada al calentamiento global y por ende cualquier solución que se proponga, como los agrocombustibles.

Pero Brasil no está poniendo todos los huevos en una sola canasta. De ninguna manera ha abandonado los combustibles fósiles. La compañía petrolera semipública Petrobrás es la empresa más grande de Brasil y el tercer conglomerado industrial en América Latina. Brasil, además, está emprendiendo un programa de enriquecimiento de uranio que, a diferencia del caso de Irán y Corea del Norte, no ha provocado protesta alguna de Washington.

No son pocos los analistas suramericanos que sostienen que la “alianza etanol” de Bush y Lula es una maniobra geopolítica para aislar económicamente a los regímenes de Evo Morales en Bolivia y Hugo Chávez en Venezuela, los cuales se financian mayormente con combustibles fósiles.

“La alianza político-empresarial entre Estados Unidos y Brasil en torno al etanol es una bomba contra la integración regional asentada en el petróleo y el gas, que desde hace algunos años vienen pergeñando Venezuela, Argentina, Bolivia y ahora Ecuador”, dice el periodista uruguayo Raúl Zibechi, comentando sobre la visita de Bush a Brasil.

Según Zibechi, la alianza entre Brasil y Estados Unidos les da nueva vida a los objetivos que tuvo que aplazar Bush en noviembre de 2005, cuando fracasó el Área de Libre Comercio de las Américas en la Cumbre de Mar del Plata. “Un acuerdo de largo plazo con Brasil permitiría a Estados Unidos tres objetivos centrales: diversificar la matriz petrolera, reduciendo su dependencia de las importaciones de Venezuela y de Oriente Medio; debilitar a Venezuela y a sus aliados, y frenar la integración regional motorizada por los hidrocarburos que había cobrado vuelo en 2006”.

“El biocombustible puede fortalecer las relaciones de Estados Unidos con América Latina, sirviendo como catalizador para remover las barreras al libre comercio dentro de la región”, dijo Jeb Bush, hermano del actual presidente de Estados Unidos y ex gobernador del estado de Florida. Jeb copreside la Comisión Interamericana de Etanol junto con el agroempresario brasileño Roberto Rodrigues, quien fue ministro de agricultura en la primera administración de Lula.

Dimes y diretes

Chávez y su homólogo cubano Fidel Castro se oponen públicamente a los agrocombustibles, precisamente por percibir en ellos una emboscada de Washington y sus aliados regionales. Recientemente, el presidente venezolano dijo en su programa semanal: “Lo que Estados Unidos pretende es imposible. Para sostener con etanol su estilo de vida habría que sembrar con maíz cinco a seis veces la superficie del planeta Tierra”. Castro, en conversación telefónica con Chávez, dijo que “la idea de usar alimentos para producir combustibles es trágica, es dramática”, ya que “nadie tiene seguridad de adónde van a llegar los precios de los alimentos cuando la soya se esté convirtiendo en combustible”.

Ante estas críticas, Lula responde que la caña de azúcar no amenaza la producción alimentaria. “Menos de la quinta parte de los 340 millones de hectáreas arables en Brasil se usan para los cultivos. Sólo 1%, o tres millones de hectáreas, se usan para el cultivo de caña para etanol”, argumentó el presidente brasileño en una columna publicada por el diario Washington Post en marzo, justo cuando viajaba a Camp David para reunirse con Bush con el fin de adelantar su agenda común de agrocombustibles. “En contraste, 200 millones de hectáreas son pastos, donde la producción de caña empieza a expandirse. El verdadero reto para la seguridad alimentaria estriba en superar la pobreza de quienes regularmente padecen hambre”.

Roberto Rodrigues, una de las voces más apasionadas en la defensa de los agrocombustibles, sostiene que “el mito más duro es que los biocombustibles compiten con la oferta de alimentos; esta es una mentira mala, porque la disponibilidad de tierras en el mundo es enorme. Brasil tiene 282 millones de hectáreas en producción, mientras que aún tiene más de 100 millones de hectáreas que podrían utilizarse. Mi país puede multiplicar por siete la superficie dedicada a caña de azúcar y aún tendría una gran superficie para seguir incrementando el área de producción de otros granos”.

¿Dan abasto?

¿Tenemos suficiente espacio en el planeta para satisfacer aunque sea una porción apreciable de la demanda energética mundial con agrocombustibles? Analistas y académicos han ponderado -y siguen ponderando- esta pregunta y ofrecen respuestas variables.

En su informe A Blueprint for Green Energy in the Americas, el Banco Interamericano de Desarrollo dice que la producción mundial de agrocombustibles debe ser quintuplicada para que pueda mantenerse a la par con el aumento en la demanda de energía. De lograrse esto, los agrocombustibles proveerán un patético 5% de la demanda mundial de energía para transportación en el 2020.

Otros informes son más optimistas. La universidad holandesa de Utrecht determinó en un estudio que los agrocombustibles podrían cubrir más de la mitad de la demanda mundial de vehículos de motor si los sistemas agrícolas “ineficientes” y de “baja intensidad” son reemplazados por los sistemas más eficientes y tecnologías más avanzadas para el año 2050. Aconseja que estos cultivos se siembren en tierras baldías y suelos marginales.

Algo similar dice el Instituto Worldwatch, grupo ambientalista con sede en Washington D. C. Para estabilizar el clima es esencial que los agrocombustibles no invadan bosques tropicales u otros ecosistemas frágiles, dice la funcionaria de Worldwatch, Suzanne Hunt, quien dirigió un equipo de 15 expertos de cuatro países para investigar el tema. “Los cultivos energéticos deben establecerse en los millones de hectáreas de terrenos degradados que pueden ser encontrados alrededor del mundo”, dice.

GRAIN y otros críticos de sociedad civil están preocupados por tales expresiones porque esas “tierras baldías” y “terrenos degradados” son el hogar de cientos de millones de campesinos y comunidades rurales y que lo que llaman despectivamente agricultura “ineficiente” son en muchos casos sistemas tradicionales y milenarios que producen sustento con prácticamente cero impacto ambiental.

Según GRAIN, la agricultura llamada moderna y de alta tecnología es parte del problema, porque causa deforestación, desalojo de comunidades, contaminación del agua y aire, erosión de suelos y destrucción de la biodiversidad. Y peor aún, intensifica el calentamiento global, debido a la quema de bosques para hacer plantaciones de biodiesel o etanol. En Brasil, “80 por ciento de los gases de invernadero no vienen de carros sino de la deforestación, parcialmente causada por la expansión de cultivos de soya y caña de azúcar”, declaró la organización en un informe publicado el pasado verano. “Estudios recientes han demostrado que la producción de una tonelada de biodiesel de aceite de palma en tierras de turba (‘peatlands’) en el sureste de Asia crea 2-8 veces más CO2 que el que se emite quemando una tonelada de diesel de origen fósil”.

Otro problema es que las fincas de gran escala usan fertilizantes sintéticos en cantidades masivas. Estos fertilizantes son la fuente mayor de emisiones de gases de invernadero en la agricultura, debido al óxido nitroso que liberan a la atmósfera. Según el Stern Review on the Economics of Climate Change, un documento de 700 páginas comisionado por el Gobierno inglés para auscultar el impacto del cambio climático, las emisiones de gases de invernadero causadas por la agricultura subirán 30% para el año 2020. La mitad de ese incremento se deberá al aumento en el uso de fertilizantes. En el mismo período se espera que el Tercer Mundo duplique su uso de fertilizante, y gran parte de ese aumento se deberá a los agrocombustibles.

El agua también es otro problema. El Instituto Internacional de Manejo de Agua (IWMI) advirtió en el 2006 que la fiebre de agrocombustibles puede agudizar la crisis mundial de agua. Tres cuartas partes del agua potable del mundo se utiliza en irrigación, y los agrocombustibles aumentarán esa demanda. Según IWMI, en la India se requieren 3,500 litros de agua de irrigación para hacer un litro de etanol de caña de azúcar.

Voces contra los agrocombustibles

“Es muy claro que están absolutamente errados”, dijo a LaREVISTA Carlos Vicente, encargado de la oficina de GRAIN en Argentina, en referencia a los ambientalistas que creen que los agrocombustibles son una opción viable y sustentable. “La realidad es que para producir combustible para los 800 millones de autos que hay en la Tierra no hay otra alternativa que cubrir todo el Cono Sur de soya, caña de azúcar y palma aceitera. Y eso no puede ser sustentable jamás... Es un cuento, uno más de los muchos cuentos que tratan de vendernos pero que no tiene ningún vínculo con la realidad”.

En el 2006 varias organizaciones, incluyendo Oilwatch y la Red Latinoamericana contra los Monocultivos de Árboles, proclamaron que “los cultivos energéticos crecerán... a costa de nuestros ecosistemas naturales. La soya se proyecta como una de las principales fuentes para la producción de biodiesel, pero es un hecho que los monocultivos de soya son la principal causa de destrucción del bosque nativo en Argentina, del bosque húmedo tropical amazónico en Brasil y Bolivia, y de la Mata Atlántica en Brasil y Paraguay”.

“Las plantaciones de caña de azúcar y la producción de etanol en Brasil son el negocio de un oligopolio que utiliza trabajo esclavo”, dice la declaración, titulada ‘La tierra debe alimentar a la gente, no a los automóviles’. “Las plantaciones de palma aceitera se expanden a expensas de las selvas y territorios de poblaciones indígenas y otras comunidades tradicionales de Colombia, Ecuador y otros países, crecientemente orientados a la producción de biodiesel”.

Una de las organizaciones firmantes, el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, afirmó el pasado mes de abril que “el cultivo de estos combustibles significa muerte. Muerte de comunidades enteras, muerte de culturas, muerte de personas, muerte de la naturaleza. Llámense plantaciones de palma aceitera o de eucaliptos, trátese de monocultivos de caña de azúcar o de soya transgénica, los impulsen gobiernos ‘progresistas’ o ‘conservadores’. Muerte”.

Optimismo cauteloso

Pero otros grupos ambientalistas están esperanzados en que la revolución de los agrocombustibles se pueda manejar de manera sustentable y minimizando sus efectos adversos. El Fondo Mundial por la Vida Silvestre, por ejemplo, aboga por un sistema de certificación ecológica para velar porque los agrocombustibles comerciados internacionalmente sean producidos de manera sustentable.

Worldwatch sostiene que los métodos corrientes de producción de agrocombustibles imponen una carga pesada sobre los recursos de tierra y agua, en parte debido a las técnicas de cultivo utilizadas para hacer más de la mitad del etanol del mundo. “Las prácticas agrícolas necesitan ser reexaminadas, si la agricultura va a proveer energía al igual que alimentos para una población mundial en rápido crecimiento que tiene hambre para ambos”, dice la organización en un informe reciente.

El informe reconoce en su conclusión que los agrocombustibles de por sí no resolverán los problemas energéticos de la transportación. “El desarrollo de estos combustibles se debe dar en el contexto de una transición hacia un sector de transportación más eficiente, menos contaminante y más diversificado. Deben ser parte de un portafolio de opciones que incluya mejoras dramáticas en la eficiencia de los vehículos, inversión en transportación pública y mejor planificación urbana”.

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miércoles, diciembre 26, 2007

http://www.ecoportal.net/content/view/full/75133

Cumbre de la ONU en Bali: entre la urgencia climática y los negocios
24-12-07, Por Víctor L. Bacchetta *

Al cabo de doce días de arduas negociaciones, la conferencia internacional que debía definir un nuevo plan de acción para combatir el calentamiento global apenas sobrevivió al fracaso en un marco donde la emergencia ambiental sigue sometida a las reglas del mercado

La 13a. Conferencia de las Partes de la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático (CMCC) en Bali, Indonesia, reeditó los rasgos de otras grandes reuniones de los últimos años: asistieron unos 11.000 representantes de 187 países, incluyendo a seis jefes de estado y el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon. Hubo decenas de actividades paralelas y una cobertura de 1.500 periodistas, sin precedentes para este evento.

Esta vez, la conferencia debía sentar las bases para la negociación de la próxima etapa del Protocolo de Kyoto (Kyoto II). Por el protocolo aprobado en 1997, los países signatarios se comprometieron a reducir en un 5% sus emisiones de gases con efecto invernadero (GEI), causantes del calentamiento global, entre 2008 y 2012, respecto a sus niveles de 1990. El nuevo acuerdo deberá estar listo en 2009 para poder aplicarse a partir de 2013.

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http://www.fpif.org/fpiftxt/4851

Bali’s Business-As-Usual Mandate

Janet Redman

Following two weeks of climate talks in Bali that brought together nearly 190 countries and more than 10,000 delegates, observers and activists, it looks like there’s very little to show for negotiations that were less about urgent climate action than business as usual.

The meetings were convened under the UN Framework Convention on Climate Change, the international body that 10 years ago negotiated the Kyoto Protocol, the accord that set binding targets for industrialized countries on climate-altering greenhouse gas emissions. The United States was the only wealthy country not to ratify the agreement. This year’s talks were about forging a path to a new agreement that would be ready to take over when Kyoto expires in 2012. Ultimately, Bali turned into a game of cat and mouse with the U.S. trying to water down the plan and everyone else trying to get the U.S. on board.

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lunes, diciembre 24, 2007



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